Caldas y Manizales: elecciones desde dos esquinas

Las elecciones que el próximo 30 de octubre elegirán alcaldes, gobernadores y miembros de corporaciones públicas, se cumplirán en medio de un convulsivo ambiente político. Los recientes escándalos en la Registraduría y la poca credibilidad que posee ante el lento proceso de escrutinio de las elecciones al Congreso de la República del año anterior; el detrimento de la seguridad en ciertas regiones del país y la influencia de las bandas criminales; la reglamentación aprobada en la última reforma política; las garantías que puedan otorgar las Fuerzas Militares con el nuevo Ministro de Defensa; y la ya acostumbrada crisis de representación ciudadana, debido al deterioro de la confianza hacia los líderes políticos y los partidos, marcarán el rumbo de los comicios. En Manizales y Caldas, hay una atmósfera de sugestivo análisis.


En el escenario para la gobernación de Caldas, la inquietud es si la coalición liberal-conservadora podrá seguir ocupando las oficinas del Palacio Amarillo. Guido Echeverry, con una amplia y reconocida trayectoria en la academia y en la administración pública, recibe el apoyo de los partidos Liberal y Conservador, Cambio Radical, la Alianza Social Independiente (ASI), y la reciente adhesión programática del Polo Democrático. Su fortaleza radica en la perenne lealtad que los votantes de los municipios mantienen hacia los partidos tradicionales; en su capacidad para captar votos de opinión en Manizales y entre los votantes indecisos; y en el conocimiento que tiene del departamento y de su capital. Sus debilidades radican en que está apoyado por una coalición desgastada y cansada, con imagen negativa alta ante la opinión pública, y disminuida por el fracaso en las elecciones de Congreso de la República del año anterior, en donde perdieron representación en el Senado; porque la administración de Mario Aristizabal ha recibido golpes mediáticos muy fuertes con la publicación en medios nacionales de posibles casos de corrupción;  y porque algunos de sus dirigentes han sido condenados por la justicia.

Por su parte, Gabriel Vallejo aspira a que La U y el conservatismo sierrista acaben con la sequía de poder en Caldas. Con un perfil más empresarial y gerencial, quiere aprovechar el crecimiento político de los dos partidos, quienes han copado espacios administrativos y públicos antes exclusivos de la coalición. Está respaldado por tres senadores y tres representantes a la cámara, y la campaña se ha oxigenado con el fallo de la Corte Suprema, que decidió archivar el proceso que se le seguía a la dirigente Adriana Gutiérrez por parapolítica. Sus votos se pueden reducir por el deterioro de la imagen del uribismo, debido a los escándalos de corrupción del anterior gobierno; algunos le reclaman que no ha vivido en la región en los últimos años y por lo tanto no conoce sus vicisitudes y realidades; y porque los grupos que lo respaldan, a pesar de haber ondeado las banderas de la restauración ética del ejercicio político en Caldas, aún no convencen a muchos sectores sociales.

Alcaldía

La carta principal de José Fernando Mancera, apoyado por el mismo bloque que respalda a Guido Echeverry, son los más de 40 mil votos obtenidos en su aspiración anterior a la Alcaldía. Avaló su candidatura por medio de firmas y ha realizado un trabajo juicioso y sesudo con sus electores. Algunos sectores de la opinión pública lo asocian como candidato independiente y con una propuesta diferente y refrescante. No obstante, es un candidato que en los últimos cuatro años desapareció de la esfera pública y aún muchos manizaleños no lo conocen. El respaldo de la coalición puede generar rechazos y temores entre los votantes.

Los recientes escándalos en la Registraduría y la poca credibilidad que posee ante el lento proceso de escrutinio de las elecciones al Congreso de la República del año anterior; el detrimento de la seguridad en ciertas regiones del país y la influencia de las bandas criminales; la reglamentación aprobada en la última reforma política; las garantías que puedan otorgar las Fuerzas Militares con el nuevo Ministro de Defensa; y la ya acostumbrada crisis de representación ciudadana, debido al deterioro de la confianza hacia los líderes políticos y los partidos, marcarán el rumbo de los comicios.

Por su parte, la candidatura de Jorge Eduardo Rojas se vende por su juventud, por su participación en las últimos gobiernos de la ciudad, y porque está respaldado por el bloque político sierrista y de La U, que a su vez ha mantenido una hegemonía fuerte en el primer cargo administrativo de Manizales en los últimos años. Estos grupos han trabajado intensamente con las bases populares y tienen una representación muy alta en las JAL de muchas comunas de la ciudad. Sin embargo, su falta de experiencia y recorrido pueden alterar el caudal electoral que le aseguran estas ventajas; como también los rumores sobre divisiones al interior del Partido de La U y el conservatismo sierrista. Su éxito dependerá en mucha parte de la percepción ciudadana sobre la gestión del alcalde Juan Manuel Llano.

Héctor Jaime Pinilla, del Partido Verde, figura como candidato independiente, tiene respaldo de algunos empresarios y es percibido como un funcionario que se enfrentó a la corrupción en Bogotá desde su cargo de Director en el IDU. A pesar de eso, la debilidad de su partido en las ciudades distintas a la capital del país y a Medellín; la división creada por el retiro de Antanas Mockus de la colectividad por haber recibido el apoyo del uribismo en la capital; y el poco conocimiento de los manizaleños sobre los logros y propuestas del partido, pueden afectar sus propósitos. 

Antes del último domingo de octubre, la agenda de todos los candidatos girará en torno a la seguridad, el desempleo, el futuro de Aerocafé, el Hospital Infantil, la ILC, los efectos de la ola invernal, la competitividad y el aporte de la región a las cinco locomotoras del progreso del presidente Santos, entre otros de igual importancia. La carrera apenas comienza y cualquier tropiezo o acierto puede invertir cualquier pronóstico.